En el embarazo, el centro de gravedad se altera con el peso creciente del feto, porque a medida que aumenta el tamaño de la tripa, la columna se arquea hacia delante (hiperlordosis lumbar) para compensar el peso y la embarazada tiende a echar la cabeza y los hombros hacia atrás, aunque lo ideal siempre es caminar lo más recta posible.

Esta hiperlordosis lumbar ocasiona un esfuerzo extra en las piernas y los pies y aumenta el riesgo de perder el equilibro. Además, a medida que avanza el embarazo, el arco plantar se reduce por el aumento de peso y la influencia de las hormonas del embarazo que relajan los ligamentos del cuerpo. Estos cambios fisiológicos sumados a la hinchazón típica del tercer trimestre, pueden provocar que al final del embarazo los pies sean más anchos de lo habitual y haga falta un número más o una horma más amplia.

Por todo ello, durante el embarazo es fundamental utilizar un calzado cómodo y seguro, que sujete muy bien el pie. A partir del segundo trimestre, cuando los cambios empiezan a notarse en los pies, es posible que los zapatos de siempre no sean adecuados y haya que buscar otras opciones.

¿Qué tener en cuenta al elegir el calzado en el embarazo? 

La premisa es que el calzado sujete bien el pie y permita caminar con seguridad para así prevenir el dolor de espalda y las caídas.. Pero también es importante que el calzado proteja los pies de las agresiones externas. Para proteger los pies del frío, el Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía aconseja usar un calzado impermeable que permita que el pie transpire y evite humedades, pues los pies húmedos aumentan la sensación de frío y el riesgo de sufrir patologías. En este sentido, ahora que empieza a refrescar una buena opción son los botines para mujer.

  • Además, hay que evitar los tejidos sintéticos que resultan más rígidos pueden provocar rozaduras y molestias y optar en su lugar por tejidos naturales y semisintéticos que son más flexibles y se adaptan mejor a la forma del pie.
  • Para que resulte cómodo, el calzado debe ser lo suficientemente ancho (no debe oprimir). Como he comentado anteriormente, no hay que asustarse si a medida que avanza el embarazo hace falta comprar un número más. Después del parto, lo más probable es que el pie vuelva a su tamaño habitual.
  • Hay que evitar los tacones altos porque el peso recae sobre la parte delantera de los pies, pero también el calzado plano, ya que puede aumentar la sobrecarga muscular en las piernas. Lo ideal es un tacón de tres o cuatro centímetros
  • Es importante, que la suela sea antideslizante para evitar resbalones y caídas.
  • Es mejor evitar los cordones ya que al final del embarazo puede resultar difícil atárselos.
  • Para hacer deporte en el embarazo es fundamental utilizar calzado deportivo, flexible y con un colchón de aire que eleve un poco el pie (no debe ser completamente plano) y que sujete bien el tobillo.
  • Para prevenir resbalones en el mar y en la piscina es importante usar un calzado de goma que sujete bien el pie (por ejemplo, sandalias de goma). Por esta razón, se desaconsejan las chanclas, que no sujetan ni protegen el pie.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Comparte si te gusta