Aunque el feto se mueve casi desde el principio, lo habitual es que la embarazada sienta los movimientos del feto hacia la semana 20 de embarazo, en el segundo trimestre, si es primeriza y entre la semana 15 y 18 si ya ha sido mamá, pues entonces el útero se dilata más rápidamente.
Durante el primer trimestre de embarazo, el embrión (hasta la semana 12 el futuro bebé se llama así) es muy pequeño para moverse a su voluntad, pero se desplaza flotando por el líquido amniótico. A a partir del segundo trimestre de embarazo, cada vez se moverá más.
Al principio, los movimientos del feto no son patadas como tal, sino una sensación rara y muy tenue, como de burbujeo o cosquilleo. Hay quien lo define como una culebrilla que te recorre por dentro o como «burbujitas».
Dependiendo de la constitución física de la embarazada, algunos bebés pueden tardar en hacerse notar, pero una vez que empiezan: no paran.
Más adelante, la embarazada también puede notar como un movimiento rítmico en pequeños golpecitos, es el hipo que a veces experimenta el feto cuando traga líquido amniótico.
El padre también puede sentir los movimientos del feto
A medida que avanza el embarazo, los movimientos del feto se hacen evidentes desde fuera y el padre también puede sentir a su futuro hijo y tocarlo a través de la tripa de la embarazada.
Cada bebé tiene un ritmo distinto, unos se mueven más por la mañana, otros por la tarde… Pero en lo que suelen coincidir todas las embarazadas es en que notan más los movimientos del feto cuando están tranquilas, en reposo.
Esto es así porque entonces el bebé cuenta con más espacio para estirarse y moverse y, por otro lado, la futura madre está más atenta a las sensaciones.
Las patadas del feto se notan especialmente en el sexto y séptimo mes de embarazo. El feto tiene energías, pero todavía tiene espacio para moverse en el útero. Los movimientos se pueden observar desde fuera: mirando la tripa se puede ver salir un bulto que retrocede enseguida.
A medida que avanza el tercer trimestre de embarazo, el bebé se mueve menos porque tiene menos espacio para hacerlo, aunque lo hace de forma más intensa.
Una vez que el bebé se coloca boca abajo para el parto (es lo más habitual), los movimientos del feto se notan sobre todo en parte de arriba de la tripa o en los laterales.
Si el feto está de nalgas, las patadas se notan más en la parte baja del abdomen y pueden llegar a molestar en la vejiga.
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