En cuanto el bebé empieza a desplazarse solo, se acaba la «tranquilidad» en casa y hay que empezar a tomar precauciones para evitar que se lastime con los cajones, muebles bajos, mesas de cristal… Y, aun así, por muchas medidas que tomemos para que nuestra casa resulte segura, los niños, que son unos exploradores natos, no están a salvo de sufrir pequeños accidentes en su rutina diaria. Por eso, es importante conocer los pasos para curar las heridas y disponer de productos adecuados para tratarlas.
El botiquín básico para curar las heridas de los niños
Para poder curar las heridas cuanto antes es imprescindible contar con un botiquín de primeros auxilios, y no solo para casa o para el coche. Cuando uno se mueve con niños, también conviene llevar un botiquín básico en los viajes y excursiones, incluso un pequeño kit de primeros auxilios (con suero en monodosis, gases, gel hidroalcohólico y apósitos impermeables) en las salidas al parque.
Como mínimo, en el botiquín de la casa y el coche tiene que haber unas tijeras de punta redonda, pañuelos limpios, venda elástica, esparadrapo, gasas, suero monodosis para limpiar las heridas y una caja de apósitos impermeables (que protegen las heridas de la humedad en los días de lluvia o si el niño va a natación).
Cómo curar las heridas paso a paso
Según se indica en la Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil de la Asociación Española de Pediatría, “ante una herida, las prioridades iniciales son detener la hemorragia, reducir el riesgo de infección limpiando bien la herida, buscar atención médica si hay signos de alarma y preguntar si es necesario inmunizar al niño frente al tétanos (en la actualidad la vacuna del tétanos está incluida en el calendario de vacunación infantil y todos los niños pueden estar vacunados desde bebés).
En este documento y también en la Guía práctica de primeros auxilios para padres del Hospital Niño Jesús, de los pediatras Juan Casado y Raquel Jiménez, dan pautas similares para curar las heridas de los niños.
- Lo primero que hay que hacer es lavarse las manos para no contaminar la herida (con agua o con gel hidroalcohólico) y, si es posible, también usar guantes desechables.
- Después, hay que limpiar bien la herida con agua corriente o suero fisiológico para poder verla mejor y, de paso, eliminar los posibles residuos que pueda haber. Así, se arrastrará la suciedad desde el centro a los bordes de la herida. Si hay objetos clavados, lo más prudente es no intentar extraerla, sino acudir a un centro sanitario.
- Una vez limpia la herida, conviene secar bien la zona con una gasa o un trozo de tela limpio, sin frotar. No se debe usar algodón, porque los filamentos se pueden quedar enganchados, y tampoco es bueno “soplar la herida” para aliviar el malestar, porque en la boca hay gérmenes que podrían infectarla.
- Si la herida sangra, hay que intentar detener la hemorragia cubriéndola con una gasa limpia y presionando directamente sobre ella con los dedos o la palma de la mano. Para reducir el sangrado, conviene elevar la parte lesionada, de forma que quede más alta que el corazón. Si la gasa se empapa con la sangre, no se debe retirar, sino que hay que poner otra gasa encima y seguir realizando presión. Si la herida sigue sangrando pasados unos minutos, conviene ir a un centro sanitario por si fuera necesario dar puntos.
- Una vez que la herida deja de sangrar, hay que desinfectarla con un antiséptico que no contenga alcohol, pues es muy irritativo y reseca la piel.
- Para proteger la herida y evitar que se vuelva a abrir y se infecte, conviene cubrirla con un apósito impermeable que la proteja frente a las agresiones externas. No es cierto que las heridas se cicatrizan antes al aire libre, porque el riesgo de infección es mayor y, además, la exposición al sol puede inflamarlas.
- Es aconsejable revisar la herida y cambiar el apósito a diario, hasta que la herida comience a cicatrizar formando una costra.
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