Después de comprar una casa, una de las primeras cosas que conviene hacer es contratar un seguro de hogar que cubra los imprevistos que pueden ocurrir en la vivienda.  De lo contrario, simplemente la rotura accidental de una tubería (que puede estropear el suelo de nuestra casa y manchar el techo del vecino de abajo) puede salirnos muy cara. De hecho, este seguro es tan importante que, para conceder una hipoteca, las entidades bancarias exigen que el inmueble esté protegido con una póliza de hogar que garantice una indemnización en caso de que ocurra un percance.

Seguros de hogar para las familias

Los seguros de hogar pueden tener diferentes coberturas en función del uso que se da a la vivienda y las características de las personas que residen en ella (inquilinos, familias, segundas residencias, etc.).

Cuando hay niños en casa es fundamental contratar un seguro de hogar que protege a toda la  familia. La mayoría de los accidentes ocurren en casa porque es el lugar onde los niños pasan la mayor parte del tiempo y un buen seguro de hogar cubrirá los daños materiales y personales que se pueden producir por un accidente, como la rotura de un espejo.

Qué tener en cuenta al contratar un seguro de hogar

De forma general, un seguro es un documento jurídico que obliga a una compañía aseguradora a indemnizar por unos daños determinados, que fijan en un contrato, a cambio de que la persona que lo contrata pague regularmente una prima (normalmente anual).

La cobertura de los daños puede ser total o tener un tope de dinero. También se puede establecer que para determinados daños, el asegurado pague una franquicia, es decir una parte de los gastos (una cantidad fija o un porcentaje).  Lo ideal es elegir un seguro que  cubra los daños por agua al cien por cien.

En las pólizas de hogar se establecen tres capitales diferenciados:

  • Continente: se refiere al valor real de la vivienda, excluido el terreno. En este sentido, el seguro cubre la vivienda frente a incendios, lluvia, viento, filtraciones de agua, etc.
  • Contenido: se refiere a lo que hay dentro de la vivienda (muebles, electrodomésticos, joyas…). En este sentido, el seguro cubre parte del contenido frente a roturas, robos, etc. Por ejemplo, es habitual que esté cubierta la rotura accidental de la vitrocerámica, sanitarios y espejos.
  • Responsabilidad civil, por los daños personales o materiales que pueden ocasionar los miembros de la familia de forma involuntaria que se pueden causar a terceros, por ejemplo, daños por humedad a un vecino, objetos que caen desde una ventana, etc.

Además, es habitual que los seguros incluyan otras coberturas complementarias, como:

  • defensa jurídica, para las reclamaciones de daños y perjuicios sufridos por el asegurado
  • asistencia jurídica telefónica
  • orientación médica telefónica (que puede venir muy bien cuando hay niños pequeños)
  • asistencia informática online, para solucionar problemas con los ordenadores, que hoy en día son una herramienta indispensable en la educación de los hijos.
  • asistencia en el hogar, con servicio técnico 24 horas (para reparaciones urgentes de electrodomésticos y bricolaje)
  • cobertura de los animales compañía, incluyendo la responsabilidad civil por los daños que puedan ocasionar las mascotas.

 

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