Todavía recuerdo la primera vez que mi hijo mayor tuvo un terror nocturno (curiosamente de mis tres hijos es el que más los ha sufrido, quizá porque tenía un sueño tan profundo que no se despertaba ni con el claxon de un camión).

Apenas tenía un añito y empezó a llorar angustiado de madrugada. Cuando fui a calmarle, me miraba con los ojos totalmente abiertos, pero sin verme. Era como si no me reconociera. No había forma de calmarle, al tocarle se ponía rígido y lloraba más. ¡Qué angustia pasé! Al final, se fue calmando él solito y se quedó dormido, no sé si de puro agotamiento.

Cuando le comenté el episodio a su pediatra, me explicó que lo que le pasaba a mi bebé eran terrores nocturnos, una alteración del sueño infantil que puede producirse entre el año y los seis años, que no tiene ninguna consecuencia en la vida diaria del niño y que hay que abordar de diferente forma a las pesadillas. Mi hijo tuvo más episodios de estos, pero ya no los viví con tanta angustia sabiendo que no eran nada malo. Mis otros dos hijos apenas tuvieron terrores, no sé si porque tienen el sueño mucho más ligero.

Cómo diferenciar las pesadillas de los terrores nocturnos

Los terrores nocturnos y las pesadillas son dos alteraciones normales del sueño (parasomnias) que se producen en diferentes fases del sueño. Aunque la reacción inicial del niño es parecida (llanto, miedo)  la forma de actuar ante cada alteración debe ser diferente.

Terrores nocturnos

Los terrores nocturnos suelen ocurrir en el primer tercio de la noche, en la fase más profunda del sueño (fase NREM). Aunque para los padres resulten angustiosos, el niño no es consciente de lo que le pasa.

Son como una especie de sonambulismo y pueden durar de 5 a 15 minutos.

Como he dicho antes, no tienen consecuencias ni causas físicas ni psicológicas. Al día siguiente el niño amanece tan pancho y no recuerda nada del episodio.

Qué hacer ante un terror nocturno

En principio, no hay que actuar: no conviene coger al bebé, ni darle el pecho, ni despertarle…sino esperar a que se le pase. Como me ocurría a mí con mi hijo, cuando el bebé está en pleno terror nocturno no es consciente de la presencia de los padres (en realidad está profundamente dormido) y es posible que se ponga más nervioso cuanto más le intentes calmar. Normalmente, el bebé se va calmando solo poco a poco.

Aunque a veces el llanto es tan intenso que le despierta. Entonces, sí que hay que calmarlo.

Evolución de los terrores nocturnos

Los terrores pueden durar un tiempo, lo habitual es que poco a poco vayan desapareciendo. Si se hacen cada vez más intensos conviene consultarlo con el pediatra que si lo ve necesario derivará a un pediatra experto en sueño.

Pesadillas

Las pesadillas, sin embargo, suelen aparecer en el último tercio la noche, en la fase de sueño ligero (fase REM).

Como el niño está semi-despierto, pueden dejar un mal recuerdo en el niño, que puede amanecer más nervioso o mimoso.

Qué hacer ante una pesadilla

Lo primero:  calmar al niño.

Cuando un niño tiene muchas pesadillas, conviene valorar si está pasando por algún momento difícil, preguntar cómo está en la guardería, controlar el tiempo de televisión y lo que ve, si pasa mucho tiempo con pantallas (eso siempre), etc.

Evolución de las pesadillas

Generalmente las pesadillas también desaparecen poco a poco solas. Si no es así y no hay nada que pueda inquietar al niño, es conveniente consultar con el pediatra.

Asesorado por el Dr Gonzalo Pin, pediatra experto en sueño y jefe de Pediatría del Hospital Quirón de Valencia.

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