Después de tantos días de lluvia, estamos deseando que salga el sol para pasear y disfrutar de todos los beneficios que tiene el astro rey (ayuda a producir vitamina D, necesaria para el desarrollo de los los huesos, estimula las defensas, mejora el estado de ánimo, etc. ).
Pero ojo, aunque el sol no caliente tanto como en verano, sus rayos también pueden quemar la piel en primavera si no la protegemos bien, sobre todo la de los más pequeños. La piel de los bebés es más final y vulnerable y por lo tanto, precisa una protección aún mayor que la de los adultos. Además, la exposición sin protección en la infancia y la adolescencia se relaciona con un mayor riesgo de sufrir manchas solares, envejecimiento prematuro de la piel y cáncer de piel.
Cómo proteger a los bebés del sol
Aquí tienes algunos consejos para proteger a los bebés del sol.
- Los bebés menores de seis meses no se deben exponer nunca directamente al sol porque su piel es muy delicada. Además, tampoco se les debe aplicar crema solar porque puede producirles reacciones alérgicas.
- Durante el paseo conviene proteger a los bebés con una sombrilla o toldo, cubrir las zonas más sensibles con ropa y usar gorros de playa para bebés que también ayudarán a proteger sus ojitos de las radiaciones solares, algo muy importante, ya que los ojos de los niños tienen la pupila más dilatada que la de los adultos y cuentan con menos pigmentación para protegerse contra los rayos ultravioletas.
- A partir de los seis meses, conviene utilizar un protector solar específico para bebés con un factor de protección (SPF) elevado y resistente al agua. Hay que leer atentamente las instrucciones del producto y aplicarlo tal y como se indica, sobre todo si es en bruma o spray. Según un estudio realizado por la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), «el uso de de un protector solar para niños SPF 15 o superior reduce hasta un 78% el desarrollo de cáncer de piel en la edad adulta».
- Al aplicar el protector solar, hay que extremar las precauciones en las partes del cuerpo más sensibles al sol: cara, cuello, hombros, orejas, manos y empeines.
- Conviene repetir la aplicación del protector cada dos horas, para que siga siendo efectivo y también después del baño.
- No conviene utilizar cremas solares abiertas de otros años ya que con el paso del tiempo pueden haber perdido sus propiedades, especialmente si las hemos expuesto a temperaturas elevadas, algo inevitable cuando se llevan a la playa o la piscina, donde da mucho sol.
- Aunque se use un factor de protección alto, no se debe permanecer mucho rato al sol.
- En general (y esto para todas las edades) hay que evitar la exposición solar entre las 12 y las 16 horas, que es cuando el sol quema más y hay más riesgo de sufrir deshidratación y golpe de calor.
- También conviene tomar precauciones en días nublados. Aunque el sol no se vea, está – tapado por las nubes- y parte de sus radiaciones UV las traspasan y se reflejan en la arena, la hierba o el agua.
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