La bronquiolitis es la infección respiratoria que más afecta a los bebés y los niños pequeños y es, por ello, la primera causa de hospitalización en niños de hasta dos años de vida por la inmadurez de su aparato respiratorio.

Aunque la bronquiolitis preocupa bastante a los padres por los síntomas que provoca, los niños suelen responder muy bien al tratamiento, que debe pautar siempre un médico, y se recuperan en pocos días. Junto al tratamiento, las técnicas de fisioterapia respiratoria ayudan expulsar las mucosidades y aliviar así síntomas de la bronquiolitis.

Síntomas de la bronquiolitis

La bronquiolitis es una infección de las vías respiratorias que afecta a los bronquios y bronquiolos.

En la mayoría de los casos se produce por el virus respiratorio sincitial (VRS), que se contagia sobre todo en los meses de otoño e invierno.

Según explica Marta Godín, fisioterapeuta respiratoria pediátrica de Rehaliza HealthSolutions, hay una serie de síntomas respiratorios que puede hacer sospechar que un niño tiene bronquiolitis y que, por tanto, aconsejan acudir al pediatra para que confirme el diagnóstico y ponga el tratamiento necesario lo antes posible.

  • Tos persistente
  • Fiebre
  • Mayor producción de mocos
  • Aumento de la frecuencia respiratoria
  • Pitidos durante la entrada y salida de aire de sus pulmones.
  • Dificultad para respirar (se marcan mucho las costillas)
  • Además, la bronquiolitis puede alterar el sueño del niño, el apetito y el estado anímico del bebé, que puede mostrarse cansado e irritable

Prevención de la bronquiolitis

El virus que provoca la bronquiolitis es muy contagioso entre los más pequeños. No se puede evitar, pero sí se pueden tomar .precauciones para reducir el riesgo de contagio de bronquiolitis con medidas de higiene en casa y en la guardería. Aquí puedes leer los consejos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) para prevenir el contagio.

Junto a estas medidas, Marta Godín, aconseja realizar  lavados nasales con suero fisiológico, en cuanto aparezca mucosidad “ya que la bronquiolitis puede empezar como un catarro de vías altas y al quitar los mocos se evita que la mucosidad llegue al pecho y ocasione problemas respiratorios más graves”

Un truco para eliminar el moco de la garganta

La fisioterapeuta respiratoria explica que al limpiar la nariz es muy importante tener en cuenta dónde se acumula el moco. “Muchas veces, los padres comentan que le dan el biberón al niño y que es imposible, porque no puede tragar nada, que le hacen los lavados nasales.. pero que el moco sigue ahí. Normalmente, se debe a que le han limpiado la parte más superficial de la nariz, pero no los conductos que están por detrás y que están unidos a la garganta”.

La experta aclara que los lavados nasales y el aspirador de secreciones limpian las narinas (la parte más externa de la nariz), pero no despejan la parte posterior de la nariz (que va desde el cavum –parte superior de la faringe- hasta la boca).  “El moco que se acumula en esa zona puede ocasionar obstrucción nasal, e incluso, si se acumula en exceso llegar a los oídos y provocar infección o sinusitis”, añade.

Para ayudar a eliminar los mocos de la nariz y la garganta, Marta Godín aconseja realizar una técnica llamada “Desobstrucciónrinofaríngea  retrograda” (DRR), que a pesar de su complejo nombre es bastante sencilla:

  • Después de limpiar la nariz con suero fisiológico, eleva la mandíbula inferior del niño, tapando la boca con tus dedos para impedir que respire por la boca (sin forzarle, todo con suavidad).
  • El reflejo inspiratorio de la nariz, arrastrará la mucosidad de la parte posterior de la nariz hacia la garganta, de forma que se eliminará por la boca o  el niño se lo traga.

Tratamiento de la bronquiolitis

El tratamiento de la bronquiolitis depende de la situación del niño, lo debe pautar siempre un pediatra y va desde la utilización de aerosoles que ayuden a abrir los bronquios para facilitar la respiración al ingreso hospitalario para recibir oxígeno.

  • La congestión de la nariz se alivia con lavados nasales que ayudan a diluir el moco.

Cuando la mucosidad ha llegado al pecho y los lavados nasales no consiguen eliminarla por completo, se puede recurrir a los tratamientos de fisioterapia respiratoria para bebés y niños que se adaptan a la edad de cada paciente, aunque hay que tener cuidado, pues esta terapia no está indicada para todos los casos.

La fisioterapia respiratoria NO se debe realizar durante la fase de bronquiolitis aguda, que dura de dos o tres días porque podría complicar el problema respiratorio. En esta fase los síntomas son: fiebre, aleteo nasal, hundimiento de costillas y dificultad respiratoria.

La fisioterapia respiratoria ayuda a drenar el exceso de mocos una vez que ha pasado la fase aguda.

Maniobra para expulsar la mucosidad

Además de los lavados nasales, Marta Godín explica que los padres pueden realizar una sencilla maniobra, llamada técnica de espiración lenta prolongada (ELPr)  para ayudar a expulsar la mucosidad:

1.       Pon tus manos sobre el pecho y la tripa del bebé. Intenta sentir su respiración y diferenciar la inspiración (el pecho y abdomen se hinchan saliendo hacia fuera) de la espiración (el pecho y el abdomen se relajan volviendo hacia dentro).

2.       Una vez que controles la  respiración, acompaña con tus manos la espiración aproximándolas (como si quisieras hacer una montañita de arena), para prolongar la expulsión del aire y así ayudar a arrastrar la mucosidad,  y relájalas en la inspiración, dejando al bebé que vuelva a coger aire.

3.       Después conviene hacer algo para que el bebé se ría a carcajadas, pues la risa (al igual que el llanto) ayuda a la expulsión de secreciones.

  • La carcajada produce vibraciones y oscilaciones en el aparato respiratorio que hacen que el moco se despegue de las paredes bronquiales y suba hacia la garganta para luego tragarlo.
  • En las sesiones de fisioterapia respiratoria es más probable que el niño llore, no porque se le haga daño, si no porque está nervioso y asustado. Pero en ese momento el llanto es beneficioso porque le hace respirar con inspiraciones más profundas que llenan del todo los pulmones mientras que en la espiración, al ser más forzada, el aire  sale con fuerza y ayuda a deslizar el moco hasta la boca para que el bebé lo expulse o lo trague.

La técnica de espiración lenta prolongada (ELPr)  se puede hacer con el bebé tumbado (si no sujeta bien la cabeza), en brazos  o sentado sobre las piernas de los padres, dependiendo de  la edad y gustos del niño y la habilidad de los padres.

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