La lactancia materna tiene muchos beneficios, tanto para la madre como para el bebé, que perduran incluso años después de haber dejado de dar el pecho.
En palabras de la Dra. Triana, especialista en pediatría del Centro Médico Quirónsalud Tres Cantos: “la lactancia materna es una de las inversiones más eficaces y rentables que las naciones pueden realizar en favor de la salud”
Los bebés que toman leche materna tienen menos riesgo de desarrollar ciertas infecciones y de que éstas sean menos graves. El calostro, nombre que recibe la primera leche, es como una vacuna para ellos, y después la leche madura sigue aportando inmunoglobulinas al bebé y otras defensas frente a las infecciones.
Se ha visto que los niños amamantados tienen menos riesgo de sufrir gastroenteritis, infecciones respiratorias (otitis media, neumonía, bronquitis), asma y dermatitis atópica.
Además, la lactancia materna disminuye el riesgo de muerte súbita del lactante y reduce la probabilidad de obesidad y de diabetes en la etapa adulta.
En la madre, el inicio de la lactancia temprano ayuda a disminuir las hemorragias posparto, reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario, así como de diabetes y osteoporosis. Además, también puede ayudar a reducir el dolor de la cesárea.
La disminución del riesgo de cáncer de mama es mayor cuanto mayor es la duración de la lactancia y también se ha visto que las personas que fueron amamantadas en la infancia podrían tener menor riesgo de padecer cáncer de mama.
Además, la lactancia materna ayuda a favorecer el vínculo entre madre e hijo
Algunos de estos beneficios se mantienen durante años y otros son mayores cuanto mayor sea la duración de la lactancia.
La lactancia ayuda a perder peso
Como beneficio añadido se puede decir que dar el pecho ayuda a recuperar antes la figura previa al embarazo. Aunque las madres lactantes necesita unas 500 kilocalorías adicionales, pierden peso más fácilmente porque con la lactancia pierden las grasas acumuladas en el embarazo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda alimentar al bebé con lactancia materna exclusiva durante sus primeros 6 meses de vida y mantenerla después hasta los 2 años o más, acompañada de otros alimentos, tanto por su papel nutritivo como por su importante papel de defensa frente a infecciones.
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